México ha intentado prohibir el uso de maíz genéticamente modificado durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. La resistencia por parte de Estados Unidos ha sido muy notoria, llegando incluso ha solicitar una revisión y resolución al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Estados Unidos le vende a México aproximadamente 3 mil millones de dólares en maíz al año. Por esta razón, las tensiones han surgido: Estados Unidos y Canadá consideran que las razones del ejecutivo no están basadas en la ciencia; por lo tanto, no tienen un verdadero respaldo y únicamente afectan el comercio internacional.
Nuestro país sostiene que la salud de sus ciudadanos es lo más importante y que la continuará defendiéndola. Sin embargo, la polémica continúa: ambos países exigen explicaciones acerca de los fundamentos científicos de esta decisión. En el decreto emitido por México, en diciembre del 2020, no se aclaraba qué clase de maíz era el restringido. Finalmente, en febrero de este año, se aclaró que las restricciones serían únicamente para el consumo humano del producto, y que esto no afectaría las exportaciones ni las importaciones. La presión estadounidense ha sido apoyada por Canadá: el país considera que la única decisión correcta es la que se basa en el conocimiento científico.
México se encuentra en un momento complicado: la Cámara de Comercio Internacional sostuvo que, a falta de datos y evidencia científica, nuestro país enfrenta «el riesgo de perder paneles de resolución de controversias y, con ello, el gran impulso al superávit comercial en el sector agroalimentario que el año pasado superó los 15,000 millones de dólares». Canadá y Estados Unidos formaron un equipo con respecto a esta problemática y México podría resultar gravemente afectado. Lo mejor sería que se pudiera resolver amistosamente y llegar a acuerdos que beneficien a todos los involucrados.
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